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sábado, 4 de marzo de 2017

De nuevo en Marruecos

Pasan las semanas y aún no he hablado de nuestro último viaje a Marruecos.  De hoy no pasa.
Qué decir? Todo un lujo, un auténtico privilegio haber podido compartir unos días con espacios naturales y humanos únicos e inolvidables: las montañas nevadas del Atlas, el valle de Ourika con sus aldeas, Ouarzazate, Agdz, el inmenso palmeral del Valle del Draa, las llanuras semidesérticas rodeadas de montañas de atardeceres naranjas, las Kasbash de N'kob, los grabados rupestres de Tazzarine con imágenes de animales de abundante vegetación (jirafas, elefantes, felinos...) de tiempos relativamente remotos, las dunas, las pistas de esquí  cercanas a  Marrakech llenas de contrastes, los niños vendiendo nueces o ardillas... y sobre todo, el grato recuerdo de personas amables, sencillas, auténticas, dignas, respetables, humanas y de trato exquisito en muchas ocasiones. Trato, que contrasta con las reacciones xenófoboides (existe el término?) hacia todo lo que representa lo marroquí, que percibo con frecuencia al otro lado del Estrecho. Unas sutiles, o no tan sutiles, reacciones llenas de tópicos, prejuicios e incluso desprecios. Todo hay que decirlo!
Gracias.
















































































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